In ancient times on a dark night, before migrant peoples had evolved into the splendor of the Purhépecha nation, an enormous ball of fire appeared in the skies. It grew and grew and then hurtled down into the mountains of the region that is now known as Michoacán. The earth shook mightily, terrifying the inhabitants of the fertile valley where the fireball crashed. At the place of its impact, a spring of crystal clear water gushed up and filled a large area, thus forming Lake Pátzcuaro and its islands.
On the island called Yunuén there came to live a respected noble who had a daughter named Hapunda. The people of Yunuén were devoted to the Princess Hapunda because of her beauty and her sweet nature. Hapunda devoted much time to contemplation of the beautiful lake, conversing intimately with each ripple on its mirror-like surface. The lake was the center and king of its pueblos. The princess and the lake became so close that Hapunda made a promise to the lake never to leave it.
One afternoon the smooth surface of the lake became very agitated at the crossing of a boat from the shore to the island of Yunuén. This vessel carried an old and repugnant warrior who approached Hapunda’s father first with rich gifts and then with threats to ask for his daughter’s hand in marriage. Even though his life was in danger, Hapunda’s father replied that it was up to his daughter to choose her own destiny. He would not force her into such a marriage. But in order to save her father’s life, Princess Hapunda accepted the unwonted proposal.
As preparations for the marriage were made, the princess wept a torrent of tears into the waters of the lake. Hapunda recounted her sorrows at the thought of leaving the lake and her fear that she would soon no longer have even her elderly father to protect her. The voice of the lake rose from the deep, reminding Hapunda of her promise and offering her a way to stay with the lake forever. The voice told Hapunda to dress herself in white and on a moonlit night to throw herself into the lake’s waters.
So on a night illumined by a large silver moon, Princess Hapunda took a boat out to the center of the lake that lay as still as a mirror. There she plunged into the watery depths where she became a guardian of the lake for all time. A ray of light from the moon beamed down to where Hapunda had entered the water and from this place emerged a large bird totally covered with white feathers. This bird was called the egret and it always flew to Hapunda’s favorite place by the water on Yunuén. Today the egrets return to the island of Yunuén every evening as day turns into night.
It is said that the day that the egrets disappear, so too will Lake Pátzcuaro.
Origen del Lago de Pátzcuaro y las Garzas
Tracy Novinger
En la noche obscura de un tiempo lejano, antes de que los pueblos migrantes se unieran a formar el esplendor de la nación purhépecha, una enorme bola de fuego apareció en el cielo. Haciéndose cada vez mayor chocó y estremeció la tierra en la región ahora conocida como Michoacán. Eso aterrorizó a los habitantes. En el lugar del impacto, un fértil valle en las montañas, brotó un manantial de agua que llenó una gran cuenca, formandose así el lago de Pátzcuaro y sus islas.
En la isla llamada Yunuén habitó un noble y gran señor respetado por los lugareños, quién tenía una hija llamada Hapunda. El pueblo de Yunuén la quería mucho por su belleza y la dulzura de su carácter. Hapunda consagró mucho de su tiempo a contemplar la belleza del lago y a conversar con las olas en el espejo de su superficie. El lago ha sido el rey y el centro de los pueblos que lo rodean. La princesa y el lago se unieron de tal manera que Hapunda prometió jamás abandonarlo.
Pero una tarde, cuando una barcaza cruzó desde la orilla hasta la isla Yunuén, la superficie del lago se agitó con gran violencia. En ella viajaba un guerrero viejo, feo y repugnante. El se presentó ante el padre de Hapunda ofreciéndole, al inicio, bellos y suntuosos regalos para luego intimidarlo con amenazas exigiendo le concediera a su hija en matrimonio. Apesar de que su vida corría peligro, el padre de Hapunda no dudó al responder que sería su hija quién debería decidir su proprio destino y que él no la forzaría a aceptar tal unión. Sin embargo para salvar la vida de su padre, la princesa Hapunda aceptó la insólita proposición.
En tanto se hacían las preparaciones para el matrimonio, la princesa fue al lago y ahí lloró de tal manera que sus lágrimas en torrente cayeron al agua. Hapunda contó al lago su tristezas, el verse presionada a abandonar su lago y su temor de perder la protección que su anciano padre le brindaba. Respondiendo desde sus profundidades, el lago hizo surgir su voz para recordarle su promesa y ofreciendo a Hapunda la opción de quedarse junto a él para siempre. Le dijo que se vistiera de blanco y en una noche iluminada por la luna, así ataviada se arrojara a sus aguas.
Y así fue que, una noche encendida por la gran luna plateada, navegando tranquila sobre la espejada superficie, la Princesa Hapunda se embarcó hasta el centro del lago. Ahí se fue sumergiendo hasta hundirse en el fondo, donde se transformó en una guardiana eterna del lago. La luna emitió un rayo que acertó en el punto en donde Hapunda se había sumergido en el agua y fue en ese mismo lugar donde surgió una gran ave cubierta de plumas blancas. Así nació la garza. Desde ese entonces las garzas del lago de Pátzcuaro siempre vuelan a la orilla de la isla de Yunuén hasta el lugar que Hapunda prefería. En nuestro tiempo a la hora diaria del crepúsculo, cuando el atardecer va transformándose en la noche, las garzas siempre vuelven a la isla de Yunuén.
Cuentan… que el día que desaparezcan sus garzas, también desaparecerá el Lago de Pátzcuaro.
Reference: Soto González, Enrique. Pátzcuaro Legendario. 1983, Talleres de Impresos Hurtado, Morelia, Michoacan, Mexico